Las seis de la mañana y sigo con los ojos abiertos.
Todavía no se cree lo que le cuento,
llevo horas explicándoselo,
intentando que lo entienda...
pero la muy cabezona no entra en razón.
Casi gana la batalla...
Tan blandita y suave,
calentita y fría al mismo tiempo
ese olor... que no es el de nadie.
Mis párpados luchan,
y la jodida almohada me da la razón
por no escucharme más.
Ganó la batalla.
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